jueves, 26 de febrero de 2015

 La originalidad en un proyecto de investigación puede significar muchas cosas. Un error muy común en investigadores poco experimentados es considerar que la originalidad solo puede significar realizar un trabajo empírico no realizado nunca antes, o registrar por primera vez por escrito una información novedosa de vital importancia, o explorar áreas de conocimiento y plantear problemas que los especialistas jamás examinaron. Resulta claro que si se llevan a cabo algunas de las tareas antes descritas, el trabajo resultante será sumamente original. Pero no es necesario llegar a esos extremos. Un trabajo de investigación puede ser original por su tema, por su enfoque, por su presentación o por el contexto en el que se plantea. Es original continuar un trabajo original, propio o ajeno. O mostrar originalidad al someter a prueba las ideas de otro. También lo es realizar una síntesis que no se llevo a cabo anteriormente, o interpretar de manera novedosa un material muy conocido. Incluso resulta original ensayar en un país algo que sólo se experimentó en otros, o utilizar una técnica muy conocida en un área de conocimiento pero aplicada en otra diferente. En otras palabras, la exigencia de originalidad de la investigación no debe paralizar al investigador, quien debe obrar confiado en que, si realiza un trabajo honesto, simpre habrá algo original en su proyecto. El desafío cuando uno elabora un proyecto de investigación, es reflexionar y poner en evidencia en qué sentido su trabajo puede ser considerado original, y para ello es muy importante tener en cuenta las características específicas del área en el que se propone desarrollar las labores de investigación planeadas.